Hace unos días cayó en mis manos la Donner Essential D1, una caja de ritmos que, sinceramente, esperaba que se quedara en lo básico. Pero tras probarla a fondo, tengo que decir que me ha sorprendido. No solo por su sonido, sino por lo bien pensado que está su flujo de trabajo, sobre todo para quienes combinamos secuenciación y finger drumming en la misma sesión. Donner ha sabido jugar con un enfoque accesible sin sacrificar versatilidad.
Una interfaz visual que te invita a tocar
La interfaz es, sin duda, uno de sus puntos fuertes. Cada una de las 12 pistas tiene su propio color, y eso hace que el uso de los 16 pads RGB retroiluminados y los 4 faders RGB se vuelva mucho más intuitivo. Al principio pensé que el diseño de colores era algo superficial, pero con el uso repetido empecé a recordar patrones y sonidos por color casi de forma automática.
Además, los 5 codificadores táctiles sin fin son suaves y precisos, y cada vez que tocas uno, su valor aparece de inmediato en la pantalla LCD. Esto acelera bastante el workflow y evita que te pierdas ajustando parámetros a ciegas. El layout en general se nota pensado para fluir, no para frenar.
Percusión por pasos y en tiempo real, sin fisuras
Una de las cosas que más me gustó es la fusión natural entre el secuenciador por pasos y el modo de finger drumming. Puedes crear grooves en tiempo real y luego editarlos al vuelo, sin tener que parar ni acceder a menús complejos. Esto convierte a la Essential D1 en una herramienta bastante expresiva si te gusta tocar pads en vivo, pero también ordenada si prefieres construir por capas.
Más allá del sampleo básico
Donner ha integrado un motor de síntesis robusto, que permite aplicar 1 o 2 efectos exclusivos por pista, además de efectos de envío (Delay y Reverb) y un compresor en el canal maestro. A nivel creativo, esto te da bastante margen para esculpir sonidos. De hecho, suena más flexible de lo que uno esperaría por su precio.
Y si necesitas más, puedes importar tus propios samples desde el software Donner Control. Su memoria interna de 4 GB es más que suficiente para guardar librerías personales sin andar con tarjetas SD. Personalmente, me gustó que ya venga cargada con sonidos y patrones diseñados junto a Loopmasters, muchos de ellos pensados para géneros como House y Techno. Algunos kits suenan realmente pro desde el primer loop.
Integración y posibilidades como controlador MIDI
La caja también se puede usar como controlador MIDI, y se integra sin esfuerzo con otras herramientas como el Donner B1 o cualquier equipo vía MIDI DIN estándar. Me ha sorprendido que no se necesiten adaptadores raros ni cables propietarios. Lo conectas, y funciona. Así de simple. Para un estudio híbrido, esto se agradece mucho.
Lo que puede mejorar (y lo que no se puede pedir más)
¿Todo perfecto? No. A pesar de lo mucho que ofrece, hay algunas pequeñas pegas que siguen ahí. Por ejemplo, la pantalla podría tener algo más de contraste: en ciertos ángulos o con luz directa, cuesta verla. También echo de menos una función más clara para encadenar patrones de forma fluida —aunque esto probablemente se pueda solucionar por firmware en futuras versiones.
Además, los pads podrían ser un pelín más grandes o mejor espaciados. No es algo grave, pero si tienes manos grandes o quieres hacer finger drumming muy preciso, se te puede quedar algo justo.
¿La recomendaría?
Sí, con matices. Si buscas una caja de ritmos compacta, económica y con capacidades reales de diseño sonoro, esta máquina te va a dar más de lo que cuesta. Es una excelente puerta de entrada para la producción hardware, pero también un complemento muy interesante para quienes ya tenemos un sistema montado y queremos una herramienta rápida para bocetar ideas.