Ya hemos hablado de los números de Sónar 2016 en términos de asistencia pero ¿qué ocurre con las emociones?. Una crónica debe transmitir lo que allí se vivió y ahora es el momento de destacar esas actuaciones que por una razón o por otra llegaron a tocar la patata de los presentes. Porque esto es un festival y aquí estamos para pasarlo bien, desconectar y que los artistas nos lleven a otros mundos con sus sonidos.
Jueves, el Sónar más mestizo
En el fondo me pregunto que para qué cubrir ya Sónar. Nos lo ofrecen casi todo en streaming, los propios asistentes generan quilómetros y quilómetros de información: post, vídeos, fotos…Donde no llegamos los periodistas, llega la info de los visitantes. ¡Es fantástico, maravilloso! ¿Qué os puedo explicar que no sepáis ya de las primeras jornadas de Sónar 2016?
Se supera cada año, y ya van 23, los de dos generaciones que han heredado Sónar con total naturalidad la una de la otra. Un Sónar que es mejor y mejor conforme pasa el tiempo, referente de innovación, cultura, tecnología, música de vanguardia…Eterno, sorprendente, siempre avanzado a su tiempo. Mestizo.
James Rhodes y Fatboy Slim– el británico en el concierto inaugural- brillaron en la jornada inaugural del pasado jueves, pero sin ensombrecer a los fantásticos Acid Arab y Kelela. Y como se esperaba no defraudaron Nicola Cruz o Martin Messier ni las dosis jamaicanas y de dub atmosférico de King Midas Sound y Fennez; la música latinoamericana de Nicola Cruz sampleada y enriquecida con voces y charangos o el Magreb de la mano de Acid Arab. Dos DJs franceses que tras un viaje a Túnez no dudaron en mezclar los sonidos árabes con techno y ahora hacen mover caderas de todas las nacionalidades.
Martin Messier nos trasladó a otra órbita, la de la música con campos electromagnéticos. Sonidos, interferencias e imágenes de postes como si estuviésemos viajando en tren.
También triunfó Kelela con su rhythm and blues sintético. Fantástico. Y en la otra cara de la moneda, el grime basto y callejero de Lady Leshurr en una actuación muy divertida que quizás se quedó corta.
Así empezaba Sónar 2016 en una edición en la que además acompañó el sol en contra de los pronósticos iniciales.
-Viernes, los discursos reivindicativos de Sónar
El Niño de Elche por la tarde y Anohni por la noche destacaron en la jornada del viernes con sus explícitos mensajes de protesta política. Sónar tomaba otro sentido con la deslumbrante dureza de la actuación de El Niño de Elche y los Voluble en el Sónar Complex, así como la reivindicación de una sociedad más justa y respetuosa desde la bella voz de Anohni que con Hopelessness, su inclusión en la electrónica, no dejó indiferente a nadie.
Los deslumbrantes directos de Mikael Seifu y Kode 9 fueron la guinda de la fantástica jornada del viernes.
Sí, fantástica e intensa. El Niño de Elche y sus músicos con ordenadores e instrumentos tradicionales nos deslumbraron con su sonido agresivo mientras las imágenes de naufragios de emigrantes, muertos en las playas y niños cruzando fronteras se nos clavaban en la retina y el corazón. El público abarrotaba el escenario y el cantaor gritaba “el miedo como zona protegida por el miedo” para acabar el concierto cantando al amor libre y que el patio de butacas estallara en una fiesta rave.
Igualmente fascinaron Kode 9 y el artista visual Lawrence Lek con sus mezclas inquietantes y bajos arrasantes sobre melodías sencillas. El espectador se convertía en un ortocopter deambulante por espacios interiores al ritmo del capo de Hyperdub con momentos .
Tampoco se puede pasar por alto la actuación de Timeline, o lo que es lo mismo, el núcleo duro de la Underground Resistance. Los de Detroit despistaron con unos primeros 20 minutos donde Mark Flash sencillamente pinchaba, pero cuando el espectáculo se transformo en un live con cuatro músicos tocando Techno, la cosa dio un vuelco total. El SónarDöme vibró con los covers de clásicos imperecederos de la ciudad del motor como ‘Strings of Life’ y ‘Jaguar’.
Lo vivido durante la noche fue un cúmulo de sensaciones empezando por la fusión pasado-presente de Jean-Michel Jarre, un espectáculo tremendo pero con altibajos musicales derivados del poder de la nostalgia. Del puro drama de Anohni al romanticismo neo-soul de James Blake que volvió a triunfar. De las sonrisas y alegría del japonés Soichi Terada con su House noventero lleno de ilusión al discurso recio, serio y potente del B2B entre Ben UFO y Helena Hauff que dejó exhaustos a los presentes. Hasta nos hicieron olvidar que nos estabamos calando. La noche es para quemar zapatilla y hasta de ese mismo espíritu se contagió un John Talabot que dibujo el amanecer de una forma más contundente de lo habitual. Así es Sónar.
-Sábado de lluvias, otras dimensiones y sensibilidades a flor de piel
En la última jornada ya se notaba el cansancio en la cara de los asistentes pero las energías aún aguantaban con los suntuosos ritmos de un TAKLTOME que comandó SónarDöme a la perfección con un directo lleno de elegancia. Un escenario en el que horas más tarde Club Cheval montó una fiesta para delirio de los presentes donde no había miedo de quemar cartuchos a base de saltos y manos arriba.
Como siempre suele ocurrir los sábados de Sónar Día, las verdaderas perlas se encuentran en Sónar Hall que sirve como campamento base a todos los que buscan algo más, teniendo en cuenta que las colas para ver cualquier actuación de los chicos de Raster Noton en el Sónar Complex eran mareantes. El Village tampoco fue un lugar apacible de 17 a 19 por una tormenta de verano que aporto el toque de epicidad a esta edición. El lugar ideal, por tanto, estaba más que claro.
En la sala rojiza comprobamos lo bien que nadan los barceloneses bRUNA y Wooky en aguas experimentales con su puntito gamberro mientras que las visuales de Alba G.Corral nos cogían de la mano. También como el sueco Yung Lean, uno de los responsables del triunfo del Trap en Europa, congregaba a un público inusualmente joven.
Pero los que se coronaron sin lugar a dudas fueron Oneohtrix Point Never y Howling. Ambos tomando dos caminos totalmente distintos. Daniel Lopatin optó por la experimentación más brutal. Voces distorsionadas, latigazos sintéticos al cerebelo, ruido como puñetazos, melodías trancerosas en tradición warpiana. Su puesta en escena sobria mientras desgranaba su último disco Garden of Delete con baladas electrónicas esquizofrénicas. Abrió un portal a otra dimensión y ahí estábamos nosotros. Aturdidos pero hipnotizados.
Con Frank Wiedemann y Ry el asunto cambió de forma radical. Howling, acompañados de un percusionista, demostró que la electrónica de carácter housero y el indie de ramalazo pop pueden casar a la perfección sin caer en la sensiblería barata. De hecho el beat fue más protagonista de lo que se podría sospechar. Repasaron de cabo a rabo su disco debut Sacred Ground y hasta se permitieron hacer un cover a Radiohead para locura colectiva. El momento en el que todo estalló por los aires fue su interpretación de ‘Howling’ que incluyó en su primera mitad el tema original y en su segunda se arrancaron con la remezcla de Âme (del que Wiedemann forma el 50%). La ovación más larga y sentida. Bien merecida por todo lo que nos supieron transmitir.
Mientras tanto el Village cerraba esta edición con un Showcase de Ed Banger Records con Busy P y su crew ofreciendo un set verbenero lleno de clásicos del House. La única opción viable para acabar por todo lo alto sin desfallecer.
En Sónar Noche el sábado Laurent Garnier y sus siete horas eran EL LUGAR. Aquí dejamos la playlist de una nueva lección del maestro galo. Una noche histórica.
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